Rezando por otro comienzo y deseando tener otro fin . . .

“Mis bocetos están por todo el piso porque no tenemos una mesa para esto o al menos no la puedo usar para dibujar. ¡Ahora he pierdo mi trabajo de varias semanas y mi madre está parada frente a mí, pisándolos y demandando que vaya a trabajar para traer dinero a casa! Ella me reprocha qué no soy como mi hermano que cuida a la familia, gana dinero con Dios sabe qué cosas. Ese hermano que ya ha estado una vez en la cárcel y seguramente irá de nuevo, ese hermano que no respeta a su novia y la engaña siempre que tiene la ocasión, el que tiene un bebe con otra estando ya casando. Este tipo de persona es la que ella me está dando como ejemplo.

Ella siempre me grita que no valgo nada y que soy gay porque nunca me ve con ninguna chica. No soy como mis hermanos, con mucho dinero y mujeres. No soy para nada como ellos.

¿Pero cómo he llegado a estar en esta situación?


Soy ese niño pequeño que mi mamá dejó atrás cuando se fue del país en busca de un futuro mejor. Soy ese niño que se quedó con mi tía y mi abuelo pensando que era un lugar seguro y que me iban a cuidar bien, pero fue exactamente lo contrario y abusaron de mí física y verbalmente, y se llevaban todo mi dinero.

En mi interior, estaba gritando para que alguien venga a ayudarme y la única persona que podría haberme ayudado era mi madre, pero ella no estaba allí y nunca iba a volver. Al ver que las personas que supuestamente me tenían que proteger y cuidar no les importaba nada lo que estaba pasando conmigo, empecé a ser muy introvertido y no confiar en nadie.

Y sigo haciendo esto, incluso ahora, que se ha vuelto casi imposible abrirme a alguien. Pero entonces, algo sucedió.

Mi madre logró, después de coquetear con un hombre y engañarlo para que le deje dinero, comprarme un billete de avión y traerme aquí con ella. Estaba en un país nuevo, donde no podía hablar el idioma y no tenía amigos. Un niño de 12 años sin amigos.

Pero luego la vi a ella en medio de la clase, mi maestra. Nunca antes había visto a una persona tan amable como ella.

En ese entonces, años atrás, sentí que era yo en contra de todo el mundo, en contra de los profesores, en contra de los compañeros de clase, en contra de la gente que veía por la calle o cualquier extraño que sentía que me miraba diferente. Estaba furioso y no entendería este mundo.  No podía comunicarme ni confiar en nadie.

Todos los días era una lucha contra la barrera del idioma, así que la única forma de defenderme era ser agresivo con las personas que se burlaban de mí y ser rebelde con mis profesores, contestarles, tenía miedo de comunicarme con ellos, tenía miedo de que no me iban a entender. Me metería en muchos problemas en la escuela y me haría una mala reputación.

Ella estuvo allí todo el tiempo. Ella era responsable de los niños en la escuela que tenían este tipo de problemas de comportamiento y de aquellos niños a quienes les resultaba difícil aprobar algunos cursos. Ella era una de las mentoras y siempre estaba involucrada en muchas actividades escolares, así que por las circunstancias fue obligado a pasar mucho tiempo con ella y llegue, con mucho cuidado a confiar en ella, y hablar sobre todo lo que estaba pasando en casa.

Recibiré de esta persona ese amor y atención de madre que nunca había recibido de mi propia madre. Ella siempre va a estar allí para ayudarme y cuidar de mí.

Ella misma era madre, y más tarde descubriré que mi maestra también era rebelde cuando era joven, y debido a esto fue capaz de conectar tan bien con esos niños en la escuela que tenían problemas de comportamiento como yo. Tenía una hija, mayor que yo. Nunca tuve una hermana, así que siempre quise impresionarla. Nunca he recibido ese amor de nadie, así que tenía tanto miedo en cada momento de hacer algo mal y perderlo todo.

Recuerdo una vez cuando mi madre decidió no darme de comer más porque no traía dinero en casa. No quería dejar de ir a la escuela e ir a trabajar. ¿Qué futuro tendría entonces? Era solo un niño.

Mi maestra me invitó a almorzar, y fue como si hubiera sucedido un milagro. Estaba hambriento. Cuando llegué, su hija estaba allí también. No lo sabía, no me lo había dicho. Estaba realmente asustado de que no le iba a caer bien. No podía arriesgarme a perder el contacto con mi maestra o decepcionarla. Era la única persona que sentía que me quería.  Estaba tan asustado de hacer el ridículo delante de su hija que decidí irme sin ni siquiera comer. Tenía mucha hambre todavía, pero no podía arriesgarme a decepcionar a estas personas. Hubiera dado lo que fuese para probar de esa comida.

En otra ocasión fuimos a un concierto con mi maestra, sus amigas y su hija. Después de unos minutos, me invitó a tomar un helado. Ella fue tan amable conmigo. Igual que su mamá. Me estaba diciendo cosas bonitas tratando de hacerme sentir cómodo. Yo apenas podía hablar, y ella apenas podía escucharme cuando decía algo. Me decía que soy una buena persona y que la gente necesitaba conocerme, que no debería tener miedo. Yo estaba temblando. ¿No sabe acaso de dónde vengo? ¡No valgo nada! No pude, me sentí tan avergonzado y pensé que no le caía bien, que había hecho una mala impresión, el niño tímido que ni siquiera puede articular palabras. Estaba teniendo un ataque de pánico y hui. Mi maestra me va a odiar.

Pero no, ella todavía estaba allí por mí, siempre que lo necesitaba, tratándome como un hijo que nunca tuvo.

Cuando empecé ir al instituto, ella va a ser la que se va a encargar de mí. Con el tiempo cambié porque siempre estuvo allí para apoyarme y ahora los profesores incluso, me amaban. Hasta obtuve un diploma de méritos y una beca para poder pagar las cosas que necesitaba para estudiar. Ese niño rebelde logro ganar algo.

Después de haber hablado con mi madre y ofrecerle su ayuda, mi mamá incluso estaba feliz de deshacerse de esta responsabilidad – un niño en la escuela. Mi madre nunca ha estudiado ni tuvo ningún interés en estudiar o aprender algo.


La maestra me acompañará al hospital cuando necesite gafas y hará todo lo posible para que los obtenga gratis. Mi madre nunca me hubiera dado el dinero. Ella se encargará de que yo siga estudiando. Vendrá a hablar con los profesores para ver mis progresos y si tuviera un curso que era difícil para mí, ella encontraría un tutor para darme clases privadas.

Esta mujer era y sigue siendo un ángel, tan amable y generosa con todo el mundo, y tenía tantos amigos en todos lados. Ella intentará ayudarme para que yo ingresara al ejército y poder tener un techo sobre mi cabeza y poder seguir estudiando. Pero no aprobé algunos exámenes. Quizás mi madre tiene razón y no valgo para nada.

Y ahora, estoy aquí parado, con mi madre gritándome y pisando mis bocetos. Me gustaría decirle que quiero estudiar arquitectura, pero yo sé que ella nunca me va a apoyar. ¡No te preocupes mamá! ¡Algún día podré darte, con mi trabajo en Mc Donald’s todo el dinero que pides y tal vez, solo entonces, tal vez me amarás!”

Estoy sentada aquí, escribiendo esto con lágrimas en los ojos. No es mi historia, sino la historia de una amiga mía. La hija de esta increíble maestra es mi amiga y compartió esto conmigo y aceptó que yo lo publicara.

Intenté, y seguramente fracasé, contar la historia desde su postura, poniéndome en el lugar del adolescente que sueña con ser arquitecto, el adolescente que tiene una autoestima baja y cero confianza en sí mismo, y que no cuenta con el apoyo de su familia, pero gracias a Dios, encontró personas desconocidas que lo apoyan y están allí para ayudarlo siempre que necesita algo.

¡Esta también puede ser tu historia, la historia de todos!

Mi pregunta a todo esto es que, entiendo perfectamente el hecho de que todos venimos de países diferentes, culturas diferentes, entornos diferentes, pero ¿cómo es posible, que aún hoy en día, con todo el acceso que tenemos a la tecnología y a la información, sea tan difícil o casi imposible para algunas personas hacer la diferencia entre bien y mal?

Versión en ingles: https://journeywithmada.com/story-nr-8/

Versión en rumano: https://journeywithmada.com/povestea-nr-8/