¡Esto es para vosotras, madres de todas partes!


„Ella viajaba todos los días por la misma ruta hacia su trabajo. Durante las dos primeras semanas, notó en alguna ocasión a una mujer que estaba haciendo el mismo recorrido que ella: tomando el autobús en la misma parada y bajándose en la misma.

Se fijó en esa mujer porque, de alguna manera, no sabe realmente cómo, por qué y el qué, pero le recordaba a su propia madre, la madre que estaba a miles y miles de kilómetros distancia desde hace tantos años.

La mujer era bajita, más bajita de lo que ella era, se notaba que tenía más de cincuenta años y posiblemente se acercaba a los sesenta, tenía un rostro muy amable, el pelo corto en un tono rojizo y la forma del cuerpo similar a la de su madre.

Notó que la mujer caminaba cojeando, seguro tenía algunos problemas de salud y dolor al caminar. Se dio cuenta de que tenía dificultades en caminar al bajarse del autobús. Ella no pudo explicarse a sí misma porque motivo se fijó en esa mujer, y tal vez nunca lo podrá hacer. Tal vez fue porque notó que todos los días llevaba la misma ropa y nunca la había visto sonreír.

Después de las dos primeras semanas, empezó el trabajo con un nuevo horario. Las probabilidades de volver a encontrarse con esa mujer eran extremadamente bajas, casi inexistentes.

¿Pero adivinen qué? Ella estaba allí haciendo la misma ruta y empezando a trabajar a la misma hora y acabando a la misma hora. Ella se sube un día al autobús, caminando como siempre cojeando, y se tomó asiento. La mujer la miro y sonrió. Ella le devolvió la sonrisa. Podía ver lo cansada que estaba. Se sentó y empezó a mirar por la ventana.

¿Cuál era su historia? Se imaginaba que tal vez era madre y que tal vez era abuela, habiendo alcanzado una edad en la que no era tan fácil encontrar trabajo y, para mantener a su familia, tenía que trabajar, en todo lo que podía encontrar. Quizás también tenía un marido, pero su sueldo no alcanzaba para mantener a toda la familia, por lo que ella también tenía que salir a trabajar.

Se veía cansada, agotada, se veía triste, se veía con dolor, físico y mentalmente. Sin embargo, no parecía alguien que se rinde muy fácil. Con su caminar cojo, temprano en la mañana hasta tarde en la noche, iba a trabajar, todos los días para mantener a su familia.

Ella le recordaba a su propia madre y a las otras madres que sacrificaron sus vidas y están dispuestas a dar su vida, todos los días y en todo momento, metafórica y literalmente por sus hijos.

Ella le recordaba a su propia madre, que se despertaba todos los días a las 5:00 de la mañana y volvía a casa a las 17:00 de la tarde, durante veinticinco años para poder tener un plato con comida en la mesa para sus hijos. Llegaba a casa y continuaba con su segundo trabajo, el de madre, y preparaba la comida y todo lo necesario para sus hijos. Nunca se quejaba de estar cansada.

Ella le recordaba a otras madres que criaron a sus hijos lo mejor que pudieron y continuaron criando a sus nietos hasta que llegaron a ser adolescentes. Ese fue un trabajo sin fin y casi nunca tuvieron tiempo para ellas mismas. Encontrarían energía en cada sonrisa que recibían y nunca se quejarían de estar cansadas.

Ella le recordó a otras madres que tenían varios trabajos y solo unas pocas horas para descansar, solo para poder tener suficiente dinero para mantener a sus hijos en la escuela, para que tuvieran la oportunidad de un futuro mejor del que ellas tuvieron. Nunca se quejarían de que ya no podían seguir.

Ella le recordaba a otras madres que fueron abusadas física y emocionalmente, pero no se atrevieron a decir nada para mantener un techo sobre la cabeza de sus hijos. Pensaron que era mejor no hablar y quedárselo para ellas, pero los niños se dan cuenta cuando algo anda mal y cuando el amor ya no está allí. Nunca se quejarían de que ya no podrían más.

Ella le recordó a las madres que necesitan dejar a sus hijos atrás para irse a un país extranjero y tener la posibilidad de ganar más dinero. Casi toda la cantidad de dinero ganado se lo mandarían a sus hijos para que pudieran estudiar y construir un futuro mejor para ellos. Nunca se quejarían de que ya no podían más.

Ella le recordaba a las madres que eran padres y madres al mismo tiempo. Intentarían proporcionar todo para sus hijos, sea económica o emocionalmente. Nunca se quejarían de estar cansadas.

Le recordó a las madres que renunciaron a su futuro para criar a sus hijos. Nunca se quejarían de que su vida ya no les pertenecía, su vida significaba solo sus hijos.

Todas estas mujeres son unos mártires, todas estas mujeres son héroes, todas estas mujeres tienen superpoderes que llegan de un lugar escondido conocido solo por un alma de madre. Esas mujeres nunca se cansan, estas mujeres nunca se quejan, estas mujeres ofrecen lo mejor de sí mismas sin esperar nada a cambio, y lo poco que esperan es gratis y eso se llama amor.

Y no nos podemos olvidar de los padres, pero esto ya va a ser una historia diferente.”

Estoy aquí ahora mismo, en el mismo rincón de la ciudad, en el mismo café concurrido donde la gente llega, toma su café y se va. En el mismo café donde pasan las familias con sus hijos, en el mismo café donde los abuelos traen a sus nietos.

Lo único que tiene más valor que el dinero es el amor y el respeto que tienes hacia ti, en primer lugar, y hacia los demás. Ambos son gratuitos, pero a veces no los valoramos al valor que se merecen.

Ama a las personas que merecen ser amadas, aprecia a las personas que merecen ser apreciadas, respeta a las personas que merecen ser respetadas, y lo más importante muéstrales esto. Muéstrales que los amas, muéstrales que los extrañaste, porque mañana podría ser demasiado tarde.

Cuando pierdes algo, es cuando más valoras lo que tenías. Tengo miedo de que ese momento llegue, como cualquiera de nosotros, creo.

¿Cuál es tu historia?

Versión en ingles: https://journeywithmada.com/story-nr-23/

Versión en rumano: https://journeywithmada.com/povestea-nr-23/